El lunes 10 nos hemos desplazado cuatro miembros de este club hasta Ayamonte.
Éramos Francisco Manuel, Lutgardo García, Juan Manuel y yo. Nos hemos encontrado en la Flor de la Canela, magnífica pastelería en la localidad ayamontina, donde hemos desayunado otra vez.
El objetivo principal era visitar el enorme palomar de la Huerta Noble. Para ello tomamos un precioso sendero que discurre por el antiguo trazado ferroviario. Al poco de salir paramos en el molino mareal de el Pintado, que al parecer solo abre para ser visitado los fines de semana. Ya cerca de Pozo del Camino nos encontramos con otro.
Seguimos hasta llegar al palomar. Me impresiona la dimensión del edificio y el número de nidales que hay. Cuando estuvo lleno de palomos el ruido tendría que ser abrumador y el olor insoportable. Todo es enorme, el número de animales que habría, la cantidad de nidos... todo. El estado en que se encuentra, aparte de la carencia de techumbre, no es malo y da idea de lo que sería. Me imagino bandos de palomos de miles de individuos...
Dejamos el palomar y partimos hacia Villablanca. Para mi la parte de ruta menos agradable. Transcurre por caminos asfaltados entre cultivos, principalmente cítricos y frutos rojos, y con un piso pestoso, muy bacheado y desagradable.
De Villablanca nos dirigimos a nuestro punto de partida. Este tramo no es desagradable siendo especialmente bonito cuando se acerca al Guadiana. A la izquierda los cerros que lo encauzan y el propio río al otro lado me fascina.
Ya casi al final, la gran dificultad. Las llamadas tres Marías, tres rampas bastante pronunciadas, especialmente desgraciada la tercera, la madre que...
Entramos en Ayamonte bordeando este hermoso río con vistas al vecino país de Portugal.
Buscamos un lugar donde comer sobre todo algo de pescado, pero al ser lunes este es escaso. De todas formas comimos un delicioso atún en aceite, entre otras cosas.
De camino a los vehículos, volvimos a pecar en la Flor.